Entre las majestuosas llanuras y serranías del sur, resplandece una misteriosa tierra, arrullada por el manto cálido de sus espesas noches de penumbra, la caricia de las ardientes ráfagas de viento que al cortarse entre las ramas secas de su vegetación pronuncian un fino sonido, como un silbido, convirtiéndose en una armoniosa melodía, interrumpiendo así el profundo silencio que prevalece entre sus solitarias veredas por dónde transita el ermitaño que al ritmo del canto melodioso de las criaturas silvestres se funde en un mundo de ensueño, en cuyo pecho late presuroso por encontrarse en una dimensión que llega hasta la realidad de sus ideales.